jueves, 6 de marzo de 2014

Hay que querer...

“Para aprender hay que querer aprender.”
“Para darse cuenta de algo, hay que querer darse cuenta.”
“Para corregir, hay que querer corregir.”
“Para ver, se requiere voluntad de ver.”
Decir “No veo” no significa que no exista lo que no ves, significa que no lo ves.
Si uno no quiere ver, nunca va a ver, con lo que primero es querer ver para poder ver.
“Un hombre corto de vista no verá el loro que está en la rama del árbol, por mucho que le señale. En el mejor de los casos, verá el dedo de usted.”
“Primero purifique su propia visión, aprenda a ver en lugar de mirar, y percibirá el loro. Además, ha de tener la voluntad de ver. Para llegar al autoconocimiento necesita ambos, la claridad y el deseo de ver. Precisa madurez de corazón y de mente, lo que llega a través de aplicar sinceramente en la vida diaria lo poco que haya podido entender.”
“Usted no puede cambiar el mundo antes de cambiarse a sí mismo. Clarifique su mente, purifique su corazón, santifique su vida, ése es el modo más rápido de cambiar el mundo.”

Nisargadatta





La verdadera grandeza

"La grandeza de un hombre se mide, en la forma en como 

trata a quien no puede beneficiarlo en nada..." Ann Landers


"La grandeza de un hombre está en saber reconocer su 

propia pequeñez"... Blas Pascal


"Hay grandes hombres que hacen a todos los demás 

sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en 

hacer que todos se sientan grandes..." Charles Dickens






El Sabio y el Rey






Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

“¡Qué desgracia, mi señor!” exclamó el Sabio, “Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad”.

“¡Qué insolencia!” gritó el Rey enfurecido, “¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!” Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo: “¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes”.

Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: “¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio.

No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro”.

“Recuerda bien, amigo mío”, respondió el segundo Sabio, “que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse”.

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma en que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

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