miércoles, 26 de noviembre de 2014

"La importancia de la alimentación en la historia.... " por el Dr. Karmelo Bizcarra


La dieta original que Dios proveyó a la raza humana era sin carne.
(Génesis 1:29)
La alimentación sana es uno de los factores más importantes que favorecen el
mantenimiento y la recuperación de la salud y ha sido considerado así a lo largo
de la historia.

Según Comby, el análisis de materias fecales fósiles demuestra que durante la
era mesolítica los humanos comían alimentos crudos.
En una inscripción en una pirámide Egipcia datada del año 3.800 a. C. se descubrió
esta grabación: “El ser humano vive de la cuarta parte de lo que come. De las
otras tres cuartas vive su médico”. 
Según Herodoto, historiador griego del siglo V a.C., los egipcios creían 
que los alimentos constituían el origen de todas las enfermedades.

Sócrates, a finales del siglo V a. C. recomendó moderación en la comida y en la
bebida, considerando que una persona debe comer sólo cuando tiene hambre y
beber cuando tiene sed. Los pitagóricos recomendaban una dieta vegetariana y
practicaban ayunos para mantener y recuperar la salud. 
Pitágoras, en un tratado que lleva el título Macrobioi, recomendaba el uso de 
una dieta frugal como medio de alcanzar una vida larga.

Hipócrates, célebre médico griego dijo “¡Qué tus alimentos sean tu medicina, que
tu medicina sea tus alimentos!”. Galeno, el médico más célebre entre los últimos 
clásicos, consideraba que una adecuada elección de alimentos era fundamental 
para una vida larga y sana. En el Corpus Hipocraticus aparece escrito: “la carne 
de vaca causa exacerbación de los desórdenes melancólicos y resulta difícil de 
digerir”.
Karl Grosschmidt y colaboradores, analizando restos óseos, señalan que los
gladiadores romanos se nutrían fundamentalmente de cereales, albaricoques y
 frutos secos, en la creencia de que estos alimentos les otorgaban energía y 
fuerza para el combate.
Esta idea tomada de los hipocráticos fue el tema central de los escritos médicos
durante la Edad Media y de los primeros textos científicos. En el siglo X, el 
famosísimo Regimen Sanitatis Salernitanum, de la Escuela de Salerno, poema 
dedicado a la dieta, dice en sus primeros versos: “Si te faltan médicos, sean tus 
médicos estas tres cosas: mente alegre, descanso, dieta moderada”.

Ovidio y Plutarco se manifestaron en contra del sacrificio de animales para
comer. Plutarco creía que la carne era injuriosa para la salud porque traía 
“opresiones dolorosas e indigestiones nauseabundas” y “enfermedad y pesadez 
al cuerpo”.
Para los médicos árabes, como señala Pedro Laín Entralgo en su libro Historia
de la Medicina, la dietética era la base del tratamiento, e incluso todo el 
tratamiento si la enfermedad no pedía recursos más enérgicos. Ni la cirugía, 
ni la farmacología estaban autorizadas antes de ensayar todas las posibilidades 
de la medicina dietética.
La convicción de que la dieta era un elemento fundamental en la salud y en la
longevidad dio lugar a una gran variedad de estudios a partir del siglo XIII, entre
ellos los de Roger Bacon.
En el siglo XVI, Ambroise Paré afirmaba que la dietética era “la segunda parte de
la medicina, la que alivia las enfermedades por el buen modo de vivir”.
En el siglo XVII, el médico inglés George Herbert afirmó: “quien quiera que 
haya sido el padre de la enfermedad, una mala dieta fue su madre”.

A finales del siglo XVIII el autor alemán C.W. Hufeland publicó una obra cuyo
título es: Macrobiótica o El arte de prolongar la vida humana.
Es curioso cómo la palabra receta sirve tanto para definir la elaboración de un
plato como para prescribir un medicamento a un enfermo. La dieta, desde 
la antigüedad, fue la primera forma de curar al enfermo. Sólo cuando no era 
suficiente o eficaz se pasaba a un tratamiento: farmacológico o quirúrgico. 
Debemos tener en cuenta lo importante de una alimentación sana porque con 
los alimentos nos construimos y con los alimentos nos destruimos.

Un médico londinense del siglo XVIII, George Cheyne, se convenció de que la
carne “acorta la vida, engendra malestar crónico y una vejez decrépita”. 
El poeta romántico Shelley publicó en 1813 un folleto con gran contenido 
emocional titulado A Vindication of Natural Diet (Una reivindicación de la 
dieta natural).
Con la visión de uno de los primeros higienistas del siglo XIX, la fisiología tiene
que ser congruente con la moralidad. En palabras actuales podríamos
 decir ciencia con consciencia.

Con fecha del 30 de setiembre de 1847 (para otros autores en 1842), 
abstencionistas del consumo de carne de toda Inglaterra se reunieron en 
Ramsgate, Kent, para fundar la Sociedad Vegetariana. Fue en esta reunión 
fundacional donde se acuñó el termino “vegetariano”, que a diferencia de lo que 
podríamos pensar no viene de vegetal, sino del latín “vegetus”: animado o 
vigoroso, lleno de vida, vivaz, activo. 
Vic Susman nos dice que la palabra vegetariano deriva del latín “vegetus” 
que significa “completo, fresco, lleno de vida”, tal como se utilizaba en el 
antiguo término latino “homo vegetus”, aplicado a una persona 
vigorosa física y mentalmente activa.
La palabra vegetal deriva etimológicamente de la palabra latina vegetare:
 animar, vivificar, crecer, impulsar.

Ludwig Andreas Feuerbach creía que el ser humano es el resultado de su alimentación:
“El hombre es lo que come”, escribió.
En estas páginas que lees puedes encontrar algunos consejos que te pueden
ayudar en el camino de la alimentación y la salud. Recuerda que no tendrás 
“recetas mágicas”, sino herramientas para trabajar tú mismo en el camino hacia
 la salud y la verdad. Consejos como los extraídos de un libro llamado Refranerillo
 de la Alimentación del Dr. Castillo, editado en el año 1940, te ayudarán. En dicho 
libro se recogen refranes y dichos populares como los siguientes: “El que bien 
come bien digiere, solo de viejo se muere”, “Cena temprano y vivirás sano”, 
y otro que dice “Comer y beber sentado y dormir echado”. Este último lo dedico 
a las madres que se preocupan tanto de atender a la familia que no se sientan ni 
para comer. 
Otro dicho muy sabio, “Quien come de más, menos tiempo comerá”.
Otros refranes nos recuerdan “Fruta cara no es sana”, “Carne y pescado en una
comida, acortan la vida”, “Pan casero de ese quiero”, y eso que en aquel entonces 
no se añadían las porquerías químicas que se le añaden hoy.
Respecto de la tranquilidad y el bienestar a la hora de comer, este otro que decía:
“Más vale pan con amor que gallina con dolor”. El siguiente dicho popular que 
apoya unas ideas más favorables a la salud dice “Quien comió hasta enfermar, 
ayune hasta sanar”.
Para mí una alimentación sana es aquella que puede mantener la salud y además
ayuda a recuperarla cuando alguien se encuentra enfermo.
Es también la más agradable, en su estado natural, para la mayoría de los sentidos.
Para el sentido del gusto las frutas y las verduras, en su estado natural y sin
ningún tipo de transformación, ni condimentación, son los alimentos más agradables.
La mayor parte del resto de los comestibles, además de los mal llamados 
“alimentos”,necesitan ser fritos, refritos, condimentados, endulzados... y
transformados con el fin de que sean agradables al gusto.
Para el olfato es muy agradable el aroma de los alimentos sanos, especialmente
la fruta. En su estado natural, recién recogida después de una buena maduración
en el árbol, la manzana tiene un aroma muy diferente al de la carne o pescado
crudos por ejemplo, y el olor de las fruterías es mucho más agradable que el de las
carnicerías o las pescaderías. Que nos perdonen los que trabajan buenamente en
estas últimas pues no se trata de fastidiarles.
Los diferentes y bonitos colores de las frutas y de las verduras, tan agradables
para el sentido de la vista, indican que estamos de nuevo ante los alimentos más
sanos y beneficiosos para nuestro organismo. Incluso para el sentido del tacto las
frutas, las verduras, los frutos secos...
 son más agradables que otros alimentos, antes de ninguna transformación.

Hace unos años publicaron en los periódicos la noticia de que en los Estados
Unidos los niños pequeños dibujaban una bandeja con muslos y pechugas de
pollo cuando se les pedía que dibujaran una gallina o un pollo. El niño de las
grandes ciudades no era capaz de comprender que lo que había en la bandeja,
alguna vez hubiera tenido vida. No nos resultaría fácil comer la carne si la 
tuviéramos que preparar desde el principio, comenzando por afilar el cuchillo.

Además, hemos de ser conscientes del precio de nuestros caprichos. 
Con frecuencia los países más ricos marcan la agricultura que desarrollan los 
países pobres. Fuerzan los monocultivos de ciertos productos con los que 
“disfrutan”: cacao, café, tabaco; o cereales y soja que sirven de pienso para los 
animales que crían.

Como se ve en la película We Feed The World (Nosotros alimentamos al mundo),
el 90% de la soja que se utiliza para fabricar piensos para animales en Europa,
provienen del otro lado del océano. En Brasil, país mayor exportador de soja del
mundo, muchas personas pasan hambre o carencias nutritivas graves. Hay zonas
que sufren deforestación para cultivar la soja con la que en Europa alimentamos al
ganado. En otros lugares pobres se hace monocultivo de cacao o tabaco, por ej.,
que se dirige, claro está, hacia los países ricos, sustituyendo a campos de maíz o
patatas para su propio consumo.

En un organismo vivo, como es la Tierra, en continuo equilibrio en sí misma,
en homeostasis aplicando un término médico, lo que derrochamos por un lado 
provocará carencias por otro. Es momento de ser conscientes de que somos
 inquilinos del planeta y no sus dueños y cambiar nuestra actitud antes de que 
sea tarde.

El comportamiento alimentario se ha modificado en las últimas décadas debido
a varios factores, entre ellos el hecho de que la mujer se haya incorporado al
trabajo fuera del hogar y los nuevos sistemas de organización familiar. Ello ha
potenciado el consumo de alimentos no perecederos, de los congelados y de los
platos preparados con las consecuencias perjudiciales para la salud.
Sin embargo es recomendable seguir una alimentación a base de frutas, verduras,
cereales integrales, frutos secos, legumbres… que permiten que el cuerpo se
equilibre y se autorregule.
Las sustancias nutritivas que aportan en forma de vitaminas y otras sustancias
antioxidantes son protectoras del organismo y nos ayudan a mantener el peso del
cuerpo en un nivel saludable.
En una alimentación sana no es tan importante la cantidad de calorías sino la
vitalidad de los alimentos, vitalidad recogida de la Naturaleza durante el proceso
de maduración. Más importante que la cantidad de calorías es la calidad de dichos
alimentos. Cuando los científicos indican las calorías del alimento se refieren a la
cantidad de calor producida cuando el alimento se destruye o se quema. Esto se
mide en calorías o mejor dicho en kilocalorías. Pero este es sólo un aspecto de la
energía. La energía vital del alimento aún no es medible por ningún aparato
actual, pero existe. Por detrás de la materia física hay una organización energética
que mantiene unida a la materia en una forma, consistencia y color determinados.
Algún día se descubrirá que la forma y el color de cada verdura y fruta 
es la plasmación física de fuerzas invisibles que crean y preservan la planta.

Los alimentos naturales y sanos son mucho más que calorías y proteínas, son
“flujos” de energía, de la Energía Vital de la Naturaleza que nuestro organismo
puede fácilmente transformar. El organismo humano digiere y descompone 
el alimento, para luego convertirlo, humanizarlo y hacerlo suyo. 
Un alimento no puede penetrar directamente en el cuerpo, antes que nada tiene 
que perder toda impronta o recuerdo de su estructura antes de poder 
transformarse en organismo humano o de ser “in-corporado”.

Las frutas, las verduras, los frutos secos, los cereales integrales, las legumbres…
son regalos del Sol y del universo que vitalizan al mismo tiempo la Tierra,
el Agua, y el Aire para que nos mantengan con buena vitalidad. Nos alimentan no
sólo las calorías sino la vida que hay detrás de la forma, la fuerza vital que 
mantiene unida la forma. Cuando esta fuerza desaparece se descompone el 
alimento.
 No importa tanto las calorías, el calor de combustión, sino la vida que puede
 aportar o robar. 

A través de la clorofila la planta asimila la luz y la hace fisíca-química. La
vida es luz solar transformada, luz cósmica condensada y materializada.
Las frutas y las verduras tienen azúcares, almidones, proteínas, minerales,
vitaminas... tienen también otros “elementos” que no podemos olvidar: los colores,
los aromas, la energía vital recogida y destilada de los cuatro elementos de la
naturaleza. Estos últimos elementos sutiles, aunque todavía poco estudiados, son
necesarios para la buena vitalidad de nuestro cuerpo y también ayudan al equilibrio
de nuestra mente y corazón.

Las frutas y las verduras siguen teniendo actividad vital aún después de ser
recogidas; especialmente la fruta, que sigue madurando fuera del árbol y por ello
hay que considerarlas como lo que son, verdaderos “alimentos vivos”. 



La alimentación sana nos ayuda a mantener la vida y estimula la fisiología en equilibrio del
cuerpo, haciéndolo receptivo incluso a la “alimentación” sutil que recogemos a
través de la respiración y a través de los órganos de los sentidos, siguiendo las
ideas de Rudolf Steiner. Los órganos de los sentidos, como dice Steiner, captan
procesos cósmicos que nos alimentan.
En nuestro organismo, como indica este autor, no sólo tenemos un organismo
Físico, tenemos además un organismo Acuoso, un organismo Aéreo y por último,
el más sutil, un organismo Calórico. Y todos ellos se ven favorecidos con una buena
comida, con una saludable nutrición.

Una persona puede estar semanas sin comer, y en eso consta la terapia de ayuno;
sin beber apenas unos días, sin respirar solamente unos cinco minutos y sin
luz del Sol y del Cosmos no podría sobrevivir en nuestro planeta ni unos cuantos
segundos. Cuanto más sutil es el alimento, menos tiempo podemos vivir cuando
nos falta. 

En el momento que contemplamos un bello paisaje, una obra de arte o a
la persona querida que en tiempo no veíamos, también nos alimentamos y nos
sentimos más alegres, sueltos e incluso jóvenes. Los ojos captan la energía sutil de
la luz y lo que vemos nos ayuda a curarnos o a enfermarnos. El cuerpo también se
alimenta de los sonidos, y por eso nos curamos cuando oímos la palabra de apoyo
o cariño del ser querido o los sonidos de la naturaleza viva, y por el contrario,
enfermamos con el ruido de las ciudades o cuando nos insultan.

El ser humano se alimenta de todos los elementos que forman nuestro
Universo: del contacto con la Naturaleza, del aire que respira, del agua que bebe o
la contenida en los alimentos vivos, y del Sol, origen y “alma” de nuestro sistema
planetario, de donde surge la chispa de vida que nos mantiene. 

El organismo humano está formado por más del 70% de agua, no somos polvo,
verdaderamente somos agua. Las frutas y las verduras son los alimentos que
más agua contienen, agua destilada y vitalizada que sirve para revitalizar el 
organismo acuoso que conforma nuestro cuerpo.

Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi. Médico.
Es Licenciado en Medicina por la Universidad de Bilbao, ahora universidad del 
País Vasco, en el año 1979. 
Director médico del Centro de Salud Vital Zuhaizpe en Arizaleta-Navarra. Se ha 
formado en medicina Psicosomática, en teoría Reichiana, terapia Bioenergética y en medicina Antroposófica. Especialista en Educación para la Salud, se dedica desde el año 1980 a buscar y desarrollar nuevas vías en el tratamiento físico y psicoemocional de la enfermedad, a partir de su formación inicial en Higiene Vital. 
Su quehacer médico se desarrolla a través de un programa de integración de la salud física con la salud psicoemocional. La alimentación sana, el ayuno, la consciencia corporal, el despertar de los sentidos, el contacto con la naturaleza, el trabajo psicocorporal, la expresión emocional y las relaciones humanas trabajadas en dinámicas de grupo, son parte de su programa de salud.
Ha colaborado en varias revistas especializadas y es autor de libros en la línea de una educación para la salud: La enfermedad, ¿Qué es y para qué sirve? (Obelisco, 1989), Alimentos para la salud (Zuhaizpe, 1991), Cuidarte para Curarte, la Vía de la Salud Natural (Dilema, 2005), Encrucijada Emocional, Miedo (ansiedad), tristeza (depresión), rabia (violencia), alegría (euforia)( DDB, 2005), El poder curativo del ayuno (DDB, 2007) Bizitzeko edo sendatzeko (en euskera) (Elkar, 1986).
Profesor de los Postgrados de Medicina Naturista en la Facultad de Medicina de Zaragoza, Barcelona (Les Heures) y Santiago de Compostela. 
Profesor de Medicina Antroposófica en el Programa para la formación del Certificado Internacional de Médico Antroposófico. 
Profesor del Programa de Enfermería Antroposófica.

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