martes, 9 de diciembre de 2014

Nuestra Mente




¿Podemos curarnos con el poder de nuestra mente? La respuesta es sí, pero también enfermamos por el poder de la mente. Todo depende de como la usemos, de forma positiva o negativa, ya sea consciente o inconscientemente.


La mente se manifiesta a través de los pensamientos, y estos se robustecen a través de la voluntad, la que en este caso juega un papel vital: es la que determina las ganas de hacer las cosas. Y si no tenemos ganas de mejorarnos y de cambiar hacia lo positivo nuestra conducta, es mejor que ni siquiera vayamos al doctor.

¿Podemos modificar una programación negativa? Sí, porque nuestro cerebro es como una computadora programada, su información influye sobre nuestro cuerpo físico a través de nuestro cuerpo bioplasmático de una manera notoria y palpable.


Si tenemos una programación negativa, tendremos una conducta errónea que a su vez debilita nuestra voluntad, deteriorando las ganas de mejorarnos y superarnos, aunque uno mismo crea lo contrario.


Una programación negativa consiste en imponer a nuestra conducta una actitud en contra de lo que debemos y en algunos casos queremos hacer. Es cuando fabricamos un techo a nuestras  posibilidades; es el famoso "yo no puedo," En este estado, el sujeto decide o mejor dicho programa negativamente su cerebro. -A la programación negativa siempre le acompaña el miedo y la inseguridad.

-A la programación positiva siempre le acompaña la voluntad y la confianza en sí mismo. Para empezar cualquier empresa debemos romper una inercia; por física sabemos que para mover un objeto debemos hacer una fuerza como mínimo igual a su peso. Sin embargo, cuando está en movimiento, la fuerza que se ejerce es mínima. Nuestra parte psíquica es muy similar. Lo difícil es el comienzo, cuando tenemos que romper la inercia y hacer un esfuerzo igual al peso específico de nuestra conducta errónea. Luego, tanto en cuanto cambiamos nuestra motivación, nuestro esfuerzo es menor y nuestros resultados mayores. Podemos usar distintos métodos para salir de la inercia, para que nos dé el primer empujón.
 Lo importante es comenzar, probar uno mismo los resultados, eso nos dará fuerza y voluntad para seguir. 

La relajación ofrece unas perspectivas y unas posibilidades de éxito fuera de lo común. Con la relajación, conseguiremos una tregua en la confusión total que tenemos diariamente en nuestro cuerpo, entre nuestras emociones y nuestros deseos. Dicha tregua da paso a una nueva sensación y un nuevo estado, con una conciencia clara que nos da la posibilidad de examinar objetivamente nuestras más conflictivas situaciones. 

Ese es el momento adecuado para hacer la autosugestión. Autosugestionarnos con palabras y deseos positivos.

La autosugestión es (para que todos lo comprendan) como la propaganda de la tele, es una repetición de imagenes y palabras las cuales quedan grabadas en nuestro cerebro, y esto es el comienzo de una nueva visión, que nos conduce a una nueva y correcta conducta.

(Artículo tomado de la página La Vida en Plenitud)



Borra hábitos

"El desorden mental genera problemas sin límites. Las poluciones mentales magnifican el problema." R. Calle




Se van acumulando constantemente conocimientos, informaciones y saberes pero no se desarrolla la sabiduría. Aunque se aprende a diario, se acaba la existencia sin haber sabido vivir.

"Todos los días debemos olvidar y aprender algo"...reza un antiguo proverbio. Sólo así hay renovación.  no obstante el Ser Humano no ha aprendido a soltar. Sigue "ocupando" sin "desocupar".

En la mayoría de las personas la atención está embotada, solo brota mecánicamente cuando algo, para bien o para mal, es capaz de causar fascinación.  Es esta una atención automática que tiene también una fuerte carga de falta de atención, es decir, no es una atención plena, surge por unos instantes y enseguida se pierde en interpretaciones y juicios. No penetra, no esclarece, no es verdaderamente vital porque no revela ni modifica la percepción.  No es la atención despierta y consciente; es la atención de una mente atiborrada y confusa.

La mente está llena de hábitos y la fuerza que crea el hábito es enorme, y, sobre todo, muy condicionante.  Hay que aprender a borrar muchos hábitos, patrones y compartimentos mentales para recuperar la frescura y sabiduría de la mente.  Todo esto requiere un método, porque no basta sólo con desearlo ya que los viejos hábitos se imponen a pesar del propio deseo.
 
Ramiro Calle



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