viernes, 14 de marzo de 2014

El Reto

El reto del fracaso...




Un incendio causó graves daños a las instalaciones manufactureras de Tomas Edison. Perdió casi un millón de dólares en equipos, además de la crónica de gran parte de su trabajo.

A la mañana siguiente, al contemplar las cenizas de lo que fueran sus sueños y esperanzas, el inventor de 67 años dijo suspirando: “Todo mal trae algo bueno. Todos mis errores se han quemado. Ahora puedo empezar de nuevo”.

Edison conocía un importante principio de vida: casi cualquier situación -buena o mala- se ve afectada por nuestra actitud ante ella.

El optimista aborda los problemas con una filosofía constructiva y de fortalecimiento. Ante la adversidad encuentra los medios para superar el abatimiento y mantener el ánimo en alto en aquellos difíciles períodos.

Para disfrutar de una vida plena, el optimista ve el fracaso como una oportunidad, un reto estimulante que lo conduce a la autosuperación. No busques culpables: “Nadie podría salir adelante con los problemas que tengo”.
En lugar de creerse impotente, actúa y nunca desiste, haciendo la diferencia entre el fracaso y el éxito.

A un hombre se le puede despojar de todo, salvo una cosa: la libertad de elegir su propia actitud, en cualquier circunstancia.

La vida está llena de situaciones en las que podemos optar por una de dos maneras de enfrentarla: o adoptamos una visión pesimista de este mundo, o nos aferramos a la creencia de que nos espera un futuro mejor.

Alan Loy Mcginnis

La Prisa....

La PRISA, nuestra enemiga...





El mundo acelerado en el que vivimos nos vuelve impacientes e irritables y nos impide gozar de las maravillas del mundo.
Tratamos de apresurar la madurez de nuestros niños.

A los cinco años, le decimos:
¿Por qué no te comportas como una persona mayor?
Queremos que se comporten como adultos, no porque sea mejor para ellos, sino porque es más cómodo para nosotros. Y nos privamos así de que nos ofrezcan su frescura, curiosidad, asombro y su alegría espontánea.

En cierta ocasión, un padre preguntó al rector de una universidad si el plan de estudios no podía simplificarse, a fin de permitirle a su hijo concluirlo “por medios más rápidos”.

Ciertamente -le respondió-, pero todo depende de lo que usted pretenda hacer de su hijo.

Un roble le toma cien años para crecer.

A una calabaza, le bastan dos meses.

La naturaleza suministra abundantes indicios de que nuestro ritmo apresurado no es natural.
Cuando uno abandona la ciudad y camina entre los árboles que crecen lentamente y las montañas silenciosas, uno absorbe un poco de la calma y tranquilidad de la naturaleza.

El sol se tomará siempre el tiempo que necesite para salir y para ponerse. No se le puede apresurar.

Sin embargo, en el mal uso de la paciencia corremos el riesgo de volvernos espectadores inactivos, en vez de hombres de acción, capaces de contribuir a que acontezca lo mejor. Paciencia no significa pasividad, es decir, esperar que todas las cosas se nos den hechas.

Es más bien el principio de comenzar anticipadamente y tomarse el tiempo que uno requiera para hacer las cosas.
Las mejores cosas de la vida no pueden apresurarse.

Harold Kohn

Cuando un Sol aparece...


Aunque puede haber muchos ríos, ellos son uno en el mar.


Aunque puede haber muchas mentiras, la única verdad la conquistará.


Cuando un sol aparece, la oscuridad, por profunda que sea, 
desaparecerá.

Saraha.









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