martes, 21 de enero de 2020

El Sagrado Corazón del Trauma - Jeff Foster







A veces las cosas no salen como queremos. Un ser querido muere. Un resultado inesperado surge. Una relación se desmorona en una forma que jamás podríamos haber previsto. Una infección regresa. Un negocio se disuelve de la noche a la mañana. Un ataque surge de la nada, destrozando un cuerpo o un sueño, o ambos. Algo que parecía tan firme y real ayer, y ahora resultó ser mucho menos de lo que parecía.
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Y una parte de nosotros se quiebra. Por un momento, todas nuestras defensas mentales se desmoronan. Somos recién nacidos, nuevamente, dejamos de ser invulnerables a la abrumadora gloria y angustia de la creación. Nos enfrentamos con la genialidad de nuestra propia impotencia ante la inmensidad del cosmos, sin la protección del ego. 

Por un momento tocamos y somos conmovidos por el misterio insondable que subyace a todas las cosas.  La impermanencia irrumpe a través de los huecos de una realidad obsoleta y la cruda sinrazón de la existencia, la naturaleza incontrolable de los acontecimientos, la imprevisibilidad de nuestro mundo emocional, se vuelve  evidente una vez más. Nuestros ojos están abiertos. Ancestrales enseñanzas están vivas. Lo que algún día nació, debe morir. Lo que está aquí pronto se habrá ido. El terreno en el que  estamos parados puede abrirse en cualquier momento. No hay ningún lugar verdaderamente seguro para estar parado. ¿Qué es real? ¿Qué es confiable en esta vida? ¿Qué hace que valga la pena vivir?
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Y retrocedemos. Todo esto es demasiado, la experiencia es imponente. Rápido, vuelve a la normalidad. Rápido, agárrate a algo firme, algo que sea manejable. Arregla algo. Busca algo. Controla algo. Aférrate a algo. Consigue una respuesta. Medícate. Haz que funcione. Distráete - con sustancias, con religión, con trivialidades, con más y más y más experiencias.
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En lugar de enfrentar los inexplorados terrores que acechan en las profundidades, fijamos nuestros ojos una vez más en las superficies. Acallamos el más grande de nuestros miedos: el de una existencia incontrolable, a través de enfocarnos en las cosas de la vida sobre las cuales creemos tener control. Bloqueamos nuestro dolor y hacemos el intento de volver a la normalidad, al trabajo, a la ‘realidad.’
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Pero la normalidad es el problema, no la solución, y la vieja realidad era demasiado limitada de todos modos. La vida, en su infinita inteligencia, sólo estaba intentando abrirnos. Nos habíamos hecho demasiado pequeños, demasiado limitados, demasiado insensibles, demasiado preocupados por nuestras propias vidas, atrapados en nuestras propias historias; nos habíamos dejado arrullar demasiado por las comodidades de la vida moderna.
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En nuestra búsqueda de lo positivo, enterramos todo lo que habíamos considerado como negativo - el dolor,las tristezas, los anhelos, los miedos, las angustias, las paradojas.

 Estas energías muy naturales que habíamos empujado hacia el abismo para poder funcionar, y ser productivos, y 'encajar.’ Creímos que éramos 'felices.’ Sin embargo nuestra felicidad se había vuelto tan circunstancial, y nuestra alegría tan dependiente, y nuestra satisfacción tan superficial. Era la clase de satisfacción que podría disolverse en cualquier momento. Y lo hizo, porque la vida procura la totalidad y nada menos.
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Y ahora estamos siendo llamados a cuestionar todo. Todo.
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El dolor no es un obstáculo para sanar, es más bien una puerta. La pena no es un error, sino un portal. Incluso la ira contiene un camino. Y nuestros anhelos más profundos no son deficiencias, sino partes de nosotros mismos que sólo queremos cumplir.
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Las heridas se abren para ser sanadas, acogidas, para poder recibir una atención amorosa.
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Nuestro sufrimiento y el sufrimiento de quienes amamos a menudo puede parecer tan aleatorio, tan absurdo, tan sin sentido, tan cruel, tan incontrolable, y nos precipitamos para disfrazar nuestro dolor, para esconderlo, negarlo o para simplemente pretender que ya lo hemos 'superado.’ Como buscadores espirituales, podríamos fingir que hemos llegado más allá, o que hemos trascendido, o incluso que hemos aniquilado por completo nuestra humanidad. Que somos invulnerables. Que ya no sentimos nada, excepto una felicidad interminable. Que estamos tan iluminados, y somos tan perfectos.
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Pero al final no puedes esconderte de ti mismo, porque en cierto nivel siempre sabes exactamente donde te has escondido. El 'yo iluminado’ es la mayor mentira de todas. ¿Dónde se escondería el 'yo no iluminado’?
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Ninguna experiencia es intrínsecamente traumática, ninguna experiencia es realmente difícil de manejar, sin embargo a veces las experiencias pueden liberar energías volcánicas en nosotros que habíamos reprimido, escondido, o que nos habíamos negado a integrar en nuestra prisa por conseguir ser un 'yo’ congruente, fuerte y normal. Al tratar de mantenernos en una sola pieza, en realidad lo que hicimos fue desgarrarnos a nosotros mismos.
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Y ahora la vida ha llegado al rescate, con su amor por la integridad. Los horrores, las rabias, la confusión, la alegrías insondables que nunca fuimos capaces de aceptar, se han liberado. A veces la vida detona una explosión en nosotros… y nos apresuramos a contenernos de nuevo.
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He aquí una invitación para no contenernos. Para ser más inconsistentes, para aceptar que a veces somos todo un lío. Hay dignidad cuando nos venimos abajo.
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Inclínate ante todas las ancestrales energías que ahora fluyen a través de ti . Una vieja vida se está viniendo abajo, una nueva vida está a punto de coagularse, y ahora estás parado en tierra santa, increíblemente impregnada de vida y posibilidad, rota pero despierta para todas esas partes olvidadas de ti, en contacto con las alegrías y los dolores que creíste que nunca volverías a sentir, energías que habías reprimido desde niño o incluso antes.
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Tu sufrimiento no es un error, o un castigo, y en última instancia ni siquiera es tuyo. Todos sufrimos. Todos nos enfermamos, envejecemos y morimos, al menos en nuestra forma física; y nuestras formas físicas son sagradas. Todos experimentamos pérdida, y nos preguntamos por qué. Todos perdemos el control, o nos preguntamos si es que acaso tenemos algún control. Todos nos vemos enfrentados a situaciones que jamás hubiéramos planeado, decisiones que nunca hubiéramos querido tomar, cosas que resultan indeseables, circunstancias que simplemente se sienten como 'inadecuadas.’
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Pero en medio de eso que no nos gusta, si podemos detenernos, y respirar, y salir de la historia de “cómo se suponía que esto debería ser,” y  ponemos atención a este momento presente, podríamos encontrar cosas que están bien, incluso que habíamos deseado, cosas sagradas, e incluso sanación. Y podríamos comenzar a darnos cuenta de que no estamos solos en nuestra lucha.
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Que estamos conectados a toda la humanidad. Nuestro sufrimiento es un rito de iniciación y muchos otros han pasado por este viaje. Caminamos sobre las huellas de nuestros antepasados. Estamos siendo invitados a amarnos a nosotros mismos, incluso con más fuerza, a conectarnos más profundamente con nuestra respiración, a sentir la clase de compasión por nosotros mismos y por los demás que nunca hubiéramos sentido si las cosas hubieran seguido saliendo a 'nuestra manera.’ ¿De qué manera , de  todos modos? Y ¿Por qué esperaríamos que las cosas siguieran saliendo a nuestra manera en un mundo de impermanencia y cambio constante? ¿Realmente creímos que estábamos a cargo? ¿Puede una ola controlar la inmensidad del océano? ¿Acaso perdimos nuestra humildad, nuestro sentido de la proporción?
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Nosotros no tenemos el control. Todo está muriendo desde el momento en el que nace, como enseñó el Buda. Todo está hecho de cristal. Y ahí radica nuestra mayor tristeza y nuestra más profunda depresión, pero al mismo tiempo nuestro mayor potencial para la alegría y la liberación. Aprendemos a no interponernos más en nuestro propio camino, y aceptamos las cosas tal y como son.
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Aprendemos a amar la vida como es y soltamos nuestras fantasías caducas. Aprendemos que la verdadera alegría no es escapar del dolor, sino estar dispuestos a sentirlo, y que la verdadera satisfacción significa abrirnos a incluso el más grande dolor. Si somos capaces de tocar nuestras propias tristezas, podemos tocar las tristezas de toda la humanidad. Esto no significa que nos abandonemos o que seamos complacientes - esto es despertar, abrir los ojos, es el nacimiento de la verdadera compasión.
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Permitimos que incluso nuestros traumas más profundos nos enseñen sobre el amor, la compasión, la tranquilidad; para recordar lo valioso que es cada momento en la vida. Permitimos que la vida nos abra el corazón de par en par para recibir la Verdad. Todo está ardiendo, como enseñó el Buda, y aferrarnos a imágenes obsoletas de la realidad sólo engendra dolor.
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Sabíamos demasiado, ahora sabemos menos, y eso no es una pérdida, es más bien nuestra libertad. Y hay algo dentro de nosotros que nunca está traumatizado, algo que está eternamente presente y es digno de nuestra confianza, algo que sobrevive a incluso las sensaciones más intensas, que acoge y libera el trauma mientras el corazón bombea su sangre…

Jeff Foster






domingo, 12 de enero de 2020

Hsin Hsin Ming – Versos sobre la mente-fe – de Sengtsan



El Gran Camino no es difícil
para aquellos que no tiene preferencias.
Cuando amor y odio están ambos ausentes
todo se torna claro y sin velos.
Haz sin embargo la menor distinción
y el cielo y la tierra se apartarán infinitamente.
Si deseas ver la verdad
no sostengas entonces opiniones a favor o en contra de nada.
Erigir lo que te gusta en contra de lo que te disgusta
es la enfermedad de la mente.
Cuando no se comprende el profundo significado de las cosas la paz esencial de la mente se perturba en vano.
El Camino es perfecto como el vasto espacio
donde nada está faltando y nada está en exceso.
En verdad, es debido a que elegimos aceptar o rechazar que no vemos la verdadera naturaleza de las cosas.
No vivas ni en las complicaciones de lo externo,
ni en los sentimientos internos  de vaciedad.
Permanece sereno en la unidad de las cosas y semejantes puntos de vista erróneos desaparecerán por sí mismos.

Cuando tratas de detener la actividad para adquirir la pasividad tu mismo esfuerzo te llena de actividad.
En tanto permanezcas en uno u otro extremo nunca conocerás la Unidad.
Aquellos que no viven en el Camino único
fracasan tanto en la actividad como en la pasividad,
la afirmación y la negación.
Negar la realidad de las cosas
es perder su realidad;
afirmar la vaciedad de las cosas
es perder su realidad.

Cuanto más hablas y piensas en ello,
más lejos vagas desviado de la verdad.
Deja de hablar y pensar,
y no habrá nada que no seas capaz de saber.

Retornar a la raíz es encontrar el significado,
pero perseguir las apariencias es perder el origen.
En el momento de iluminación interior
hay un ir más allá de apariencias y vaciedad.
Los cambios que ocurren en el mundo vacío
los llamamos reales sólo debido a nuestra ignorancia.
No busques la verdad;
sólo cesa de atesorar opiniones.
No permanezcas en el estado dualista;
evita cuidadosamente búsquedas semejantes.
Si hay siquiera un rastro de esto y aquello, de correcto e incorrecto, la Esencia de la Mente se perderá en confusión.
A pesar de que todas las dualidades vienen del Uno,
no te apegues ni siquiera a este Uno.
Cuando la mente existe imperturbable en el Camino,
nada en el mundo puede ofender, y cuando una cosa ya no puede ofender, deja de existir el viejo modo.
Cuando no surgen pensamientos discriminativos,
la vieja mente deja de existir.
Cuando los objetos-del-pensamiento desaparecen,
el sujeto-pensante desaparece,
porque cuando la mente desaparece, los objetos
desaparecen.
Las cosas son objetos a causa del sujeto (mente);
la mente (sujeto) es tal a causa de las cosas (objeto).
Comprende la relatividad de estos dos
y la realidad básica: la unidad de la vaciedad.
En esta Vaciedad los dos son indistinguibles
y cada uno contiene en sí mismo el mundo entero.
Si no discriminas entre el grueso y el fino
no te verás tentado al prejuicio y la opinión.
Vivir en el Gran Camino
no es ni fácil ni difícil,
pero aquellos con puntos de vista limitados
son temerosos e indecisos:
cuanto más rápido se apresuran, más despacio van,
y el asirse (apego) no se puede limitar;
incluso apegarse a la idea de iluminaciónes andar errado.
Sólo deja ser a las cosas a su propio modo,
y no habrá ni ir ni venir.
Obedece a la naturaleza de las cosas (tu propia naturaleza), y caminarás libre y serenamente.
Cuando el pensamiento está en servidumbre la verdad está oculta, porque todo es turbio y confuso,
y la pesada práctica de juzgar trae disgusto y cansancio.
¿Qué beneficios se pueden derivar
de distinciones y separaciones?
Si deseas moverte en el Camino Uno
no tengas aversión ni siquiera por el mundo de los sentidos e ideas.
En verdad, aceptarlos completamente
es idéntico a la verdadera Iluminación.

El hombre sabio no se esfuerza hacia ninguna meta
pero el hombre tonto se encadena a sí mismo.
Hay un solo Dharma, no muchos;
las distinciones surgen de la necesidad de aferrarse que tiene el ignorante, buscar la Mente con la mente (discriminativa) es el mayor de todos los errores.
Tranquilidad e intranquilidad derivan de la ilusión;
con iluminación no hay agrado o aversión.
Todas las dualidades vienen de la inferencia ignorante.
Son como sueños o flores en el aire:
es tonto tratar de agarrarlos.
Ganancia y pérdida, correcto e incorrecto:
tales pensamientos deben ser finalmente abolidos de inmediato.
Si el ojo nunca duerme,
todos los sueños cesarán naturalmente.

Si la mente no hace discriminación alguna,
las diez mil cosas son como son, de esencia única.

Comprender el misterio de esta Esencia-una
es estar liberado de toda complicación.

Cuando todas las cosas se ven igualmente
se alcanza la Esencia intemporal del Sí Mismo.

Ni comparaciones ni analogías son posibles
en este estado sin relaciones, sin causa.
Considera al movimiento estacionario
y a lo estacionario en movimiento,
movimiento y descanso, ambos desaparecen.
Cuando tales dualidades cesan de existir
la Unidad misma no puede existir.
A esta finalidad última
ninguna ley o descripción se le aplica.
Para la mente unificada en acuerdo con el Camino
cesa todo esfuerzo autocentrado.
Dudas e irresoluciones desaparecen
y se hace posible la vida en la verdadera fe.
De un solo golpe estamos liberados de la servidumbre;
nada se adhiere a nosotros y a nada nos aferramos.

Todo es vacío, claro, autoiluminador,
sin esfuerzo alguno del poder de la mente.
Aquí, pensamiento, sentimiento, conocimiento, e imaginación no son de ningún valor.
En este mundo de la Talidad
no hay ni yo ni otro-más-que-yo.
Para llegar directamente a la armonía con esta
realidad
cuando surge la duda sólo di simplemente, “No dos”.
En este “no dos” nada está separado,
nada está excluido.
No importa cuándo o dónde,
iluminación significa penetrar en esta verdad.
Y esta verdad está más allá de la extensión o la disminución en tiempo y espacio;
en ella un pensamiento único es diez mil años.
Vaciedad aquí, Vaciedad allí,
pero el universo infinito
se encuentra siempre ante tus ojos.
Infinitamente grande e infinitamente pequeño:
no hay diferencia, porque las definiciones han desaparecido
y no hay límites.
Así también son Ser y no-Ser.
No pierdas tiempo con dudas y argumentos
que nada tienen que ver con esto.
Una cosa, todas las cosas:
muévete entre ellas y entremézclate,
sin distinción.
Vivir en esta realización
es estar sin ansiedad en cuanto a la no-perfección.
Vivir en esta fe es el sendero a la no-dualidad,
porque lo no-dual es uno con la mente que confía.
¡palabras!
El Camino está más allá del lenguaje,
porque en él no hay
ningún ayer
ningún mañana
ningún hoy.

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