jueves, 26 de marzo de 2015

El poder del AHORA - Eckhart Tolle



La identificación con su mente crea una pantalla 
opaca de conceptos, etiquetas, imágenes,
 palabras, juicios y definiciones que bloquea toda 
relación verdadera. Se interpone entre usted y su 
propio yo, entre usted y su prójimo, entre usted y 
la naturaleza, entre usted y Dios. 
Es esta pantalla de pensamiento la que crea la ilusión de
la separación, la ilusión de que existe usted y un "otro" 
totalmente separado.


La enfermedad ocurre cuando las cosas se desequilibran. Por ejemplo,
no hay nada malo en que las células se multipliquen y dividan en el cuerpo,
 pero cuando este proceso continúa sin tener en 
consideración el organismo total, las células
 proliferan y tenemos una enfermedad. 
Nota: la mente es un instrumento magnífico si 
se usa correctamente. Utilizada en forma inadecuada,
 sin embargo, se vuelve muy destructiva. 
Para decirlo en forma más exacta, no es tanto que
usted la utilice inadecuadamente, generalmente usted no la
utiliza en absoluto. Ella lo utiliza a usted.
 Esa es la enfermedad. Usted cree que usted es su mente.
 Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de usted.

  Usted está identificado inconscientemente con ella,

de forma que ni siquiera sabe que es su esclavo. 
Es casi como si usted estuviera poseído sin saberlo y por lo 
tanto toma a la entidad que lo posee por usted mismo. 
El comienzo de la libertad es la comprensión de que usted no 
es la entidad que lo posee, el que piensa. Saber esto le permite 
observar a esa entidad. En el momento en que usted
empieza a observar al que piensa se activa un nivel 
más alto de conciencia. Entonces
usted comienza a darse cuenta de que hay un
vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, 
que el pensamiento es sólo un minúsculo aspecto de esa
 inteligencia.
También se da cuenta de que todo lo que importa 
verdaderamente -la belleza, el amor,la creatividad, la alegría, la
paz interior- surgen de un lugar más allá de la mente. 
Usted comienza a despertar.

¿Qué quiere usted decir exactamente con "observar al que piensa"? 
Cuando alguien va al médico y dice: "Oigo una voz en mi cabeza" 
probablemente lo remitirán a un psiquiatra.
El hecho es que, de forma muy similar, prácticamente todo el
mundo oye una voz, o varias voces, en su cabeza, todo el tiempo:
los procesos involuntarios de pensamiento que usted no se da cuenta
que puede detener. Los monólogos o diálogos continuos. 
Usted probablemente se ha cruzado en la calle con "locos" que hablan 
o murmuran para sí mismos incesantemente. Bueno, esto no es muy diferente
 de lo que usted y otras personas "normales" hacen, excepto por el hecho 
de que usted no lo hace en voz alta. La voz comenta, especula, juzga,
compara, se queja, acepta, rechaza, y así sucesivamente.
La voz no es necesariamente relevante para la
situación en la que usted se encuentra en ese momento; 
puede estar revisando el pasado reciente o lejano o ensayando 
o imaginando posibles situaciones futuras. En este caso, frecuentemente 
imagina resultados negativos o problemas; este proceso se llama "preocuparse".
 A veces esta pista de sonido va acompañada por imágenes visuales o 
"películas mentales".
Incluso si la voz es relevante para la situación del momento, la interpretará
 de acuerdo con el pasado. Esto se debe a que la voz pertenece a su
mente condicionada, que es el resultado de toda su historia pasada 
así como del escenario mental de la cultura colectiva
que usted heredó. Así,usted ve y juzga el presente con
los ojos del pasado y obtiene una visión de él totalmente distorsionada.
 No es raro que esa voz sea el peor enemigo de la persona.
 Muchos viven con un torturador en la cabeza que continuamente los ataca y los
 castiga y les drena la energía vital. Esto causa sufrimiento e infelicidad así como
 enfermedad. 


  Lo bueno es que usted puede liberarse de su mente. Esa es la única liberación
verdadera. Usted puede dar el primer paso ahora mismo. Empiece por
oír la voz de su cabeza tan a menudo como pueda. Preste atención especial a 
cualquier patrón de pensamiento repetitivo, esos viejos discos que han sonado en 
su cabeza quizá durante años. Eso es a lo que llamo "observar al que piensa",
 que es otra forma de decir: escuche la voz de su cabeza, esté allí como si fuese un testigo.
Cuando usted escuche esta voz hágalo imparcialmente. Es decir,. no juzgue. 
No juzgue o condene lo que oye, porque hacerlo significaría que la misma voz 
ha vuelto a entrar por la puerta trasera. Pronto empezará a darse cuenta de esto: 
está la voz y estoy yo escuchándola, observándola. Esta comprensión
del Yo soy, esta sensación de su propia presencia, no es un pensamiento. 
Surge de más allá de la mente.  Mientras oye al pensamiento usted siente 
una presencia consciente -su ser más profundo- más allá o debajo del pensamiento, 
como quien dice.
El pensamiento entonces pierde su poder sobre usted y rápidamente se calma 
porque usted ya no le da energía a la mente por medio de la identificación con ella.
 Este es el comienzo del fin del pensamiento involuntario y compulsivo.
Cuando un pensamiento pierde fuerza, usted experimenta una discontinuidad en la
corriente mental, una brecha de "no mente". Al principio las brechas serán cortas, 
unos segundos tal vez, pero gradualmente se harán más largas. 
Cuando ocurren esas rupturas usted experimenta cierta quietud y paz dentro
de usted. 


No se trata de un estado de trance, en absoluto. Aquí no hay
 pérdida de conciencia, es todo lo contrario. Si el precio de la paz 
fuera una disminución de su conciencia y el precio de la quietud una falta de 
vitalidad y estado de alerta, no valdría la pena tenerlas. 
En este estado de unión interior, usted está mucho más alerta, más despierto 
que en el estado de identificación con la mente.
 Usted está completamente presente.  En ese estado usted siente su propia 
presencia con tal intensidad y gozo, que todo el pensamiento, 
todas las emociones, su cuerpo físico, así como el mundo exterior,
 se vuelven relativamente insignificantes en comparación con ello. 
Y sin embargo no es un estado egoísta sino un estado sin ego.


En su vida diaria, usted puede practicar esto tomando una actividad
 rutinaria que normalmente es sólo un medio para un fin y préstele su más 
completa atención, de modo que se convierta en un fin en sí misma. 
Por ejemplo, cada vez que usted suba y baje las 
escaleras en su casa o en su lugar de trabajo, ponga mucha atención 
a cada paso, a cada movimiento, incluso a su respiración. Esté totalmente presente. 
O cuando se lave las manos, preste atención a todas las percepciones sensoriales
 asociadas con la actividad: el sonido y tacto del agua, el movimiento
 de sus manos, el aroma del jabón y así sucesivamente. O cuando suba
a su automóvil, después de cerrar la puerta haga una
pausa de unos segundos y observe al flujo de su respiración. 
Hágase consciente de una sensación de presencia silenciosa
 pero poderosa,


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