sábado, 15 de marzo de 2014

Dar y Recibir



¿Deseas bondad? Sé amable.
¿Pides verdad? Sé sincero.
Lo que das de ti mismo, lo encuentras;
tu mundo es tu propio reflejo.

Vivir como las flores





- Maestro, ¿qué debo hacer para no irritarme? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes, otros indiferentes. Siento odio por aquéllas que son mentirosas y sufro con aquéllas que calumnian.

- ¡Pues, vive como las flores! Advirtió el maestro.

- ¿Qué es eso de vivir como las flores? – preguntó el discípulo.
- Pon atención a esas flores, continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.

Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los problemas de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera. Esto, es vivir como las flores.

La virtud

La virtud reside en lo que das, no en lo que reci­bes... 

Por ello, cuando los sabios quieren ser valorados por otros, primero valoran a los demás; cuando quie­ren ser respetados por los demás, primero los respetan. Cuando quieren superar a otras personas, primero se superan a sí mismos; cuando quieren rebajar a los demás, primero se rebajan a sí mismos.





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