lunes, 10 de febrero de 2014

Flexibilidad



"Lo importante no es lo que sucede sino como lo interpretamos".
Lair Ribeiro





La llegada de una enfermedad puede significar incómodo fastidio para unos y una oportunidad de reflexión y descanso para otros. Y así como hay personas que, ante el retraso de algo previsto, experimentan frustración y ansiedad, otras, por el contrario, consideran el mismo acontecimiento como una ocasión de distancia y desapego. La pérdida de un trabajo, un accidente inesperado, la muerte de un ser próximo, una noticia que cambia los planes...no significan nada en sí mismas. En realidad, los acontecimientos nacen neutros y alcanzan su significado y consiguiente carga emocional cuando son procesados e interpretados por el andamiaje de nuestra mente.

Ante esta gran relatividad de los hechos, merece la pena invertir en aquella parte de nuestra mente que se ocupa de reencuadrar el significado de las cosas. Si ponemos atención a la parte mental de uno mismo que procesa los sucesos que acontecen, observaremos que ésta dispone de opciones, o bien se canaliza por la visión negativa y centrípeta, o bien opta por dar la vuelta a la situación y contemplar el problema como una oportunidad de cambio y mejora.

La aceptación o aversión con que recibimos los acontecimientos depende, de la perspectiva con que son contemplados y elaborados. Es decir, cada hecho dispone, en sí mismo, de todos los colores imaginables. Por tal razón, a través de nuestra interpretación, actualizamos el color que mejor encaja en la compleja gama de intereses de nuestra vida. 

En realidad, para asegurar el crecimiento sostenido y una buena salud mental, convendrá que aprendamos el arte de encontrar la mejor interpretación de lo que sucede. Aprender a interpretar es aprender a conquistar la paz. Sin duda, un deber de nuestra madurez psicológica y una responsabilidad de nuestra persona. 

Respiremos profundo, observemos globalmente y abramos un espacio vacío para que otra interpretación, más evolucionada y amplia de los hechos, aparezca. 

Nadie nace para sufrir. Si uno quiere vivir en paz, conviene que aprenda a elaborar interpretaciones sanas y positivas de lo que, simplemente, le sucede en la vida.

José María Doria

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