viernes, 28 de febrero de 2014

Inversión



Invierte en aquello que un naufragio no te pueda arrebatar... ( Anónimo )


¿Podemos garantizar que seguiremos disfrutando de los bienes que hoy

disponemos? 

La orientación de la actual sociedad de consumo gira obsesiva alrededor del tener 

pero, ¿acaso seguimos creyendo que “teniendo más” nos garantizamos la paz y el 

bienestar? 



Aquel bebé que un día fuimos, vivía tan sólo para comer. Para el niño, el mundo 

se reduce al alimento, es decir, a la acción de succionar y adquirir. Y aunque 

parece que nos hemos hecho grandes, seguimos impactados por las ofertas y 

envoltorios brillantes en una compulsiva carrera de “consume y acumula”.



¿Tener y Ser? Las dos caras de la moneda. Si estamos orientados tan sólo hacia

 el tener, es decir, hacia el tener dinero, tener cosas, tener personas, tener 

imagen, tener fama poder... nuestra vida no sólo se centrará en una adictiva 

necesidad de adquirir, sino que cualquier pérdida que suceda nos ocasionará 

molestas frustraciones y duelos insospechados. Si ampliamos nuestra vida al 

Ser, hacia el desarrollo de la Inteligencia y la Sabiduría, hacia la capacidad de 

ser útiles a los demás y de ser más sanos y conscientes, cada paso que demos 

nos pertenecerá y nada ni nadie nos lo podrá mermar.



Si orientamos nuestra vida hacia el aprendizaje integral, es decir, hacia el 

crecimiento personal y la expansión de la consciencia, estaremos invirtiendo 

en Valores del Ser. 

Un patrimonio intangible que, lejos de ser susceptible de 

pérdida o deprecio, con los años, sucede que, paradójicamente, crece y se 

revaloriza. Y así como el mundo del tener nos lleva a la dimensión cantidad,

 es decir, a la contabilidad y al afán de provecho personal, la orientación al 

ser nos relaciona con la cualidad de las cosas, con el significado de las mismas

 y con la relación de utilidad que mantenemos con ellas. 



El desarrollo personal es la inversión que nos hace más valiosos. Se trata de un 

bien intangible que, cada vez, se puede disimular menos y que a todas partes 

se lleva puesto. 

Podremos envejecer o perder seres queridos, salud... sin embargo nuestra 


inversión en sabiduría  será algo que nadie, por más que nos robe, 

nos podrá arrebatar. 



La observación interior, las ciencias del yo, abren la primera puerta del 

aprender a aprender. Más tarde, uno podrá poner atención en aspectos 

tales como cultivar su mente, viajar y observar otras costumbres y 

abrirse a la diversidad de amistades. 

Podrá invertir asimismo en practicar deporte, desarrollar el arte de conversar, 

indagar y dedicar tiempo a estar consigo mismo. Su patrimonio ético crecerá 

si aprende a expresar el sentimiento y el afecto, a ejercitar  la creatividad y a 

cultivar el Espíritu. 


Y detrás de todo crecimiento, observará que existe un deseo de incrementar su

 capacidad de servir a los demás. Un sendero interior que da sentido a la vida. 



En realidad, estamos hablando de algo que no puede comprarse con dinero ni 

ser arrebatado con un golpe de poder e influencia. Se trata del arte y la 

capacidad de ser feliz.



Tal vez, lo que buscamos al acumular riqueza desde el “nunca es bastante”, es 

garantizarnos un sentimiento de seguridad. Sin embargo, a veces olvidamos que

 el dinero no es la única solución, ya que no es más rico el que más tiene, sino 

el que menos necesita. 


Tal vez, olvidamos llegar a ser ricos en tiempo libre y en relaciones sinceras. 

Ricos en saber reír y llorar con el corazón abierto que no es otra cosa que 

ricos en salud física y mental. El tener sin el ser recuerda a un ave que 

trata de volar con un ala menos desarrollada que la otra. Sucederá que,

 por más que se esfuerce y mueva sus extremidades, dará vueltas en círculo 

sin avanzar ni progresar. Sucederá que, cuando se de cuenta de su estéril 

esfuerzo, procederá a equilibrar ambas.


J.M.Doria

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