domingo, 3 de enero de 2021

La restricción de calorías combate el hígado graso y el crecimiento de tumores

Análisis escrito por Dr. Joseph MercolaDatos comprobados


restriccion calorica

HISTORIA EN BREVE-

  • Restringir el consumo de calorías hasta un 30 % ayudo a combatir el desarrollo de carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado) en animales genéticamente predispuestos a desarrollar la enfermedad
  • El hígado tiene un reloj circadiano que se puede modificar por medio de la alimentación y el ayuno, lo que reduce el riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés)
  • La obesidad, el síndrome metabólico y la falta de flexibilidad metabólica aumentan el riesgo de desarrollar NAFLD, que puede generar cirrosis y cáncer de hígado
  • Se recomienda tratar de mejorar la salud metabólica al restringir el periodo de consumo de alimentos, mejorar los patrones de sueño y dejar de consumir carbohidratos procesados, azúcares, granos y aceites vegetales

El carcinoma hepatocelular (CHC) es un cáncer de hígado primario y una de las principales causas de muerte por cáncer a nivel mundial. En el 2016, el cáncer de hígado fue la novena causa de muerte en los Estados Unidos. En el 2020, este tipo de cáncer fue la quinta causa de muerte por cáncer en hombres y la séptima causa de muerte en mujeres. Un estudio reciente en ratones concluyó que la restricción de calorías podría reducir el estrés celular, mejorar la señalización de la insulina y prevenir la hepatocarcinogénesis relacionada con la esteatosis.

El hígado está ubicado debajo de las costillas y el pulmón, justo del lado derecho del cuerpo. Es el órgano interno más grande y realiza varias funciones importantes. El hígado metaboliza algunos nutrientes que absorben los intestinos para que el cuerpo pueda utilizarlos. También desarrolla factores de coagulación, transporta la bilis a los intestinos y metaboliza el alcohol, los medicamentos y los productos de desecho.

El carcinoma hepatocelular es la forma más común de cáncer de hígado principal y tiene dos patrones de crecimiento principales. En algunos casos, comienza como un tumor que solo se propaga al final de la enfermedad. El segundo tipo comienza con muchos nódulos en todo el órgano y se encuentra con mayor frecuencia en personas con cirrosis. Las personas mueren sin una buena función hepática.

Los tratamientos convencionales incluyen radiación, inmunoterapia, quimioterapia y extirpación quirúrgica del tumor primario. Las investigaciones demuestran que restringir el consumo de calorías ayuda a reducir el riesgo de desarrollar CHC. Para comprender mejor los resultados del estudio, es bueno saber cómo los ritmos circadianos afectan la función hepática.

El hígado tiene su propio ritmo circadiano

El cuerpo funciona con un sistema interno conocido como ritmo circadiano. La exposición a la luz de los fotosensores transmite una señal al núcleo supraquiasmático (SCN, por sus siglas en inglés) ubicado en el hipotálamo. La función del SCN es sincronizar el reloj interno, que a su vez regula los ciclos de sueño-vigilia y otras actividades fisiológicas.

Estos incluyen la temperatura corporal central, la función neuroendocrina, la memoria y la actividad psicomotora. El SCN funciona como un pequeño marcapasos y lo conforman muchas neuronas que regulan el rito circadiano. La exposición a la luz es el desencadenante más importante del SCN.

El SCN produce una salida eléctrica con un ritmo específico, que influye en los mecanismos fisiológicos y de comportamiento. Existen varios factores que pueden tener un efecto negativo, incluyendo el envejecimiento y la privación del sueño.

La temperatura, la alimentación y los hábitos también afectan el SCN. Otro descubrimiento reciente es que el hígado posee enzimas que limitan la frecuencia y están controladas por el ritmo circadiano. Los investigadores se refieren a este reloj como la parte del SCN, ya que regula los ciclos de sueño-vigilia.

En el hígado, la alimentación y el ayuno afectan el reloj circadiano hasta el punto en que los investigadores consideran que no está relacionado al SCN. Los estudios en animales revelaron que las vías metabólicas cambian sin importar los demás relojes circadianos del cuerpo. Los cuales afectan los procesos como el rescate de NAD + y la rotación de glucógeno.

La restricción de calorías podría restablecer el hígado

El estudio publicado en la revista Liver Cancer, reveló un efecto protector de la restricción de calorías para combatir el desarrollo de CHC en animales con enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). Se manipulo genéticamente a los roedores para que desarrollaran hígado graso y tumores.

Los cuales se dividieron en dos grupos. Al grupo de control se le permitió consumir todo lo que quisiera, mientras que al grupo experimental se le ofreció un 30 % menos de calorías durante 15 meses. Al final del período de intervención, el grupo experimental demostró menos estrés oxidativo, una regulación descendente de los mediadores procáncer, mejor autofagia y menos tumores que el grupo de control. Los investigadores explicaron lo siguiente:

"El carcinoma hepatocelular (CHC) es una de las neoplasias malignas más comunes y una de las principales causas de muerte relacionada con el cáncer a nivel mundial. Algunos factores de riesgo convencionales del CHC incluyen: infección persistente del virus de la hepatitis B o C (VHC), el consumo de etanol, los trastornos metabólicos genéticos, como la hemocromatosis, la enfermedad de Wilson, la enfermedad por almacenamiento de glucógeno y la deficiencia de citrina.

Hace poco, las cifras mundiales de obesidad y síndrome metabólico aumentaron la prevalencia de CHC derivado de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en inglés), lo que indica una estrecha relación entre la nutrición excesiva y la tumorigénesis hepática.

Estos hallazgos sugieren que restringir el consumo de calorías hasta un 30 % ayuda a prevenir la hepatocarcinogénesis relacionada con la esteatosis causada por la proteína central de la VHC".

Los resultados de los estudios respaldaron investigaciones anteriores, que también encontraron que ayunar desde el amanecer hasta el anochecer mejoro los perfiles de lípidos séricos, el estrés oxidativo y el índice de masa corporal. Los investigadores consideran que la combinación de síndrome metabólico, NAFLD y carcinoma hepatocelular son una "epidemia que emerge rápidamente", la cual requiere de una estrategia rentable.

Los científicos del Baylor College of Medicine analizaron los datos de un estudio en animales y encontraron que el cuerpo respondía mejor a los cambios alimenticios que se relacionaban con el sistema circadiano. Investigaciones anteriores demostraron que el reloj circadiano y el microbioma intestinal tenían efectos independientes del metabolismo. En este estudio, los investigadores encontraron que "modificar el reloj circadiano en el hígado altera el microbioma intestinal".

Este cambio se observó cuando los ratones perdieron menos peso. Estos y otros estudios demostraron la importancia de controlar el reloj circadiano para la función hepática. Los investigadores descubrieron que los hábitos alimenticios son determinantes, lo que puede contribuir al desarrollo de NAFLD.

La NAFLD puede progresar a cirrosis y cáncer

La NAFLD es un término genérico que describe una variedad de problemas en el hígado que no están relacionados con el consumo de alcohol. La característica principal de la NAFLD es una gran cantidad de grasa almacenada en las células del hígado. En algunas personas, la NAFLD genera esteatohepatitis no alcohólica (NASH), la cual se caracteriza por inflamación y progresión a una mayor cicatrización (cirrosis) e insuficiencia hepática.

Aunque este problema ocurre en personas que no beben alcohol, el daño es similar al que se observa gracias al consumo de alcohol. La NAFLD por lo general no presenta síntomas, pero podría estar relacionada con fatiga o malestar en la parte superior derecha del abdomen. La cirrosis es la principal complicación de NAFLD y NASH.

Las cicatrices y las lesiones fibróticas ocurren cuando el hígado trata de detener el proceso inflamatorio. A medida que esto continúa, la fibrosis se propaga, lo que provoca inflamación de las venas del esófago, insuficiencia hepática en etapa terminal y cáncer de hígado.

Aunque muchas personas con CHC padecen cirrosis, hasta un 20 % desarrollan cáncer sin cirrosis hepática. Por lo general, estos tipos de cáncer se detectan en una etapa avanzada, ya que muchos médicos no utilizan exámenes de detección en personas sin cirrosis.

El Dr. Amit Singal, director médico del programa de cáncer de hígado de la Universidad de Texas, habló en el Gastrointestinal Cancers Symposium del 2020 y solicitó más exámenes en personas con NAFLD o NASH, con o sin cirrosis. Solicitó un seguimiento constante, ya que encontrar personas en una etapa temprana ofrece una media de tiempo de supervivencia de cinco años.

Un titular del American Journal of Managed Care denomina a la NASH y al cáncer de hígado como "El nuevo título del cáncer". El cual conforma uno de varios tipos de cáncer obesogénicos impulsados por "nuestra sociedad que promueve el consumo de grasa" y " es relativamente desconocido fuera de la literatura médica".

Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos demuestran que, en el 2014, el 40 % de todos los diagnósticos de cáncer fueron el resultado de diferentes tipos de cáncer obesogénicos. Al parecer, la cifra cada vez mayor relacionada con el aumento de peso va de la mano con la creciente tasa de cáncer, que aumentó un 7 % entre 2005 y 2014.

La obesidad y el síndrome metabólico aumentan el riesgo de NAFLD

La obesidad y el síndrome metabólico aumentan el riesgo de NAFLD. Aunque los investigadores no están seguros de por qué algunas personas con NAFLD desarrollan NASH y otros no, lograron identificar los factores de riesgo para la progresión. Los datos revelan que las personas con una mayor probabilidad de progresar de NAFLD a NASH incluyen: personas con diabetes tipo 2, niveles altos de triglicéridos, síndrome metabólico u obesidad.

Los expertos estiman que el 25 % de los adultos en los Estados Unidos padecen NAFLD, mientras que el 20% de ellos desarrollan NASH. Este porcentaje es mucho mayor entre los latinos. Un estudio encontró que el 45 % de las personas hispanas examinadas en Dallas, Texas, padecían esteatosis hepática, que se diagnostica cuando la grasa conforma al menos el 5 % del peso del hígado.

Asimismo, a una mayor cantidad de niños se les diagnostica NAFLD, lo que los prepara para toda una vida de problemas. Antes de 2006, pocas personas sabían que los niños pueden desarrollar NAFLD. Ese fue el año en que el Dr. Jeffrey Schwimmer, profesor de pediatría en la Universidad de California en San Diego, publicó sus hallazgos de 742 autopsias pediátricas que encontraron una incidencia del 13 % por enfermedad del hígado graso.

Encontró que la tasa más alta de enfermedad del hígado graso se presenta en niños y adolescentes con obesidad. Un estudio posterior en 2008 encontró que una variante genética conocida como PNPLA3 podría aumentar el riesgo de enfermedad del hígado graso.

El director del programa de diabetes y obesidad del Children's Hospital of Los Angeles, Michael Goran, Ph.D., demostró que los niños que tenían dos copias de PNPLA3 y estaban expuestos a grandes cantidades de azúcar tenían 2.36 veces más grasa en el hígado que los niños que no tenían este gen.

En su ensayo clínico, el equipo de Goran midió el impacto que tiene la educación del niño y la familia sobre el desarrollo del hígado graso por medio de una resonancia magnética antes y después de la intervención.

Sin embargo, los alimentos no son los únicos que aumentan el riesgo de NAFLD. Como descubrió Goran, el jarabe de maíz alto en fructosa (JMAF) que proviene de las bebidas azucaradas se transfiere a través de la leche materna. El equipo descubrió que esto se relacionó con una mayor masa corporal del bebé a los 6 meses y puede aumentar su predisposición a padecer obesidad y enfermedad del hígado graso.

Cómo reducir el riesgo de síndrome metabólico

La mala flexibilidad metabólica es un síntoma del síndrome metabólico y la mala salud. En la actualidad, la mala flexibilidad metabólica se relacionó con un mal pronóstico de COVID-19. Los síntomas del síndrome metabólico incluyen:

  • Un mayor tamaño de la cintura
  • Prediabetes o diabetes tipo 2
  • Presión arterial alta o pre-alta
  • Mayores niveles de triglicéridos
  • Menores niveles de colesterol HDL

No es ninguna sorpresa la relación que existe entre la mala salud metabólica y las enfermedades, pero está siendo cada vez más importante en la pandemia actual. En mi reciente entrevista con el Dr. Paul Saladino, explica la relación entre la salud metabólica y la función inmunológica.

Saladino considera que el inmunometabolismo, que son las conexiones entre el metabolismo, la salud metabólica y el sistema inmunológico, es uno de los campos más importantes de la medicina emergente. En mi entrevista con el Dr. Aseem Malhotra, cardiólogo británico y autor de "The 21 Day Immunity Plan", explicó lo siguiente:

"La verdadera pandemia es la mala salud metabólica o falta de flexibilidad metabólica. En marzo, cuando recibimos información de China e Italia, comprendí que existía una relación entre los problemas de salud relacionados con el exceso de grasa corporal que, en términos sencillos, se definen como una mala salud metabólica y peores resultados para el COVID-19.

Estamos hablando de problemas de salud como diabetes tipo 2 presión arterial alta, enfermedades cardíacas y obesidad. Y, dicha información sigue emergiendo. Esa relación fue tan clara y no fue ninguna coincidencia".

Las principales recomendaciones que Saladino utiliza para mejorar la salud metabólica y reducir su riesgo de desarrollar enfermedades infecciosas, obesidad y cáncer obesogénico, incluyen:

No consuma carbohidratos, azúcares, granos y aceites vegetales procesados, "ya que, desde una perspectiva alimenticia, son los que afectan al metabolismo", explica. En especial los aceites vegetales. "Los aceites vegetales poliinsaturados están muy oxidables y dañan mucho el metabolismo. Entonces, comience con ellos", aconseja.

Para mayor información, consulte "Según un nuevo estudio, el pollo sería perjudicial y la grasa saturada beneficiosa", que presenta la entrevista de Saladino con la periodista científica y autora, Nina Teicholz. En dicha entrevista, Saladino también explica los mecanismos por los que los aceites vegetales perjudican la salud, por lo que es importante escucharla o leer la transcripción.

Consuma alimentos de origen animal: Como se señala en el documento publicado en la revista Nutrients, las deficiencias nutricionales que pueden comprometer la función inmunológica incluyen vitaminas, A, C, D, E, B2, B6, B12, folato, hierro, selenio y zinc. Estas vitaminas se encuentran sobre todo en los alimentos de origen animal, por lo que evitarlos tiende a generar deficiencias nutricionales.

"Si busca mejorar su sistema inmunológico, es necesario mejorar la salud metabólica. Es importante tener una buena resistencia a la insulina y una buena nutrición. "¿Cómo se pueden obtener niveles adecuados de nutrientes? Estos micronutrientes se obtienen de fuentes biodisponibles, como vísceras y carne muscular de origen animal", según Saladino.

Si no le agradan las vísceras, se recomienda incluir un suplemento desecado, como los que vende Saladino.

Restringir el periodo de consumo de alimentos: otra estrategia muy poderosa para mejorar la sensibilidad a la insulina es restringir el periodo de tiempo en el que consume sus alimentos entre seis a ocho horas al día, o consumir su última comida al menos tres horas antes de dormir.

Permanezca más activo: Esto también puede mejorar y reducir los marcadores de riesgo de enfermedad metabólica. Recuerde que el ejercicio en exceso puede disminuir la función inmunológica y aumentar su riesgo de infecciones respiratorias.

Trate de dormir mejor.

Reduzca su estrés.


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